Quizá no lo sospeches cuando llenas la jarra en la cocina, pero elegir entre agua del grifo o embotellada es casi un deporte nacional. La vida está muy cara y nadie quiere dejarse un riñón pagando garrafas cada semana. Además, cuatro de cada diez españoles siguen empeñados en comprar agua mineral mientras el grifo corre fresco y barato. Ojo con esto: la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) acaba de publicar su nuevo informe (abril de 2025) y vuelve a poner cara a las ciudades con el agua más fina… y a las que suspenden. Dicho esto, veamos quién da en el clavo y quién no da su brazo a torcer.
¿Por qué merece la pena beber agua del grifo en 2025?
Beber del grifo cuesta, de media, 5,25 € al año por hogar, frente a los 496 € que supone la opción embotellada. Cuando el presupuesto aprieta, este dato pesa. Además, el impacto climático de comprar botellas es unas 600 veces mayor: transporte, plástico y residuos a golpe de ofertas que no siempre son tan baratas como parecen.
A nivel sanitario, la OCU recuerda que el agua del grifo supera los controles diarios de potabilidad. Solo se aconseja cambiar de opción si el sabor resulta desagradable o si las tuberías de tu edificio son antiguas (plomo, corrosión, etc.). Para gustos, colores, claro, pero la seguridad está garantizada en la gran mayoría de las redes públicas.
¿Qué ciudades tienen el agua del grifo más “top”?
En su último mapeo, la OCU clasifica el agua según su dureza, medida en ºF (grados franceses). Cuanto más dura, más cal y peor sabor.
Tipo de agua | Rango (ºF) | Ciudades destacadas (2025) |
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Blanda | < 12 | Madrid, Burgos, Vigo |
Poco dura | 12 – 30 | Badajoz, Valladolid, A Coruña |
Dura | 30 – 40 | Granada, León |
Muy dura | > 40 | Almería, Teruel, Valencia |
La capital –sí, Madrid– presume de un agua blanda y de mineralización débil que suele conquistar incluso a los más escépticos. En el podio la acompañan Burgos, Vigo, San Sebastián y Las Palmas de Gran Canaria, donde la baja cal deja un sabor suave y nada metálico.
¿Cuáles son las peores zonas y por qué sabe mal?
En provincias como Almería o Valencia la dureza supera los 40 ºF: el resultado es un regusto terroso y la necesidad casi obligada de usar descalcificadores o filtros. Poca broma, porque la cal acorta la vida útil de cafeteras, calentadores y lavavajillas. Además, en zonas litorales con acuíferos sobreexplotados el agua necesita más cloro para ser segura, lo que redondea un sabor que algunos describen como “piscina”.
La OCU insiste en que, incluso en estos casos, el agua sigue siendo potable. Sin embargo, recomienda optar por aguas minerales de manantiales cercanos para reducir la huella de transporte y ahorrar unos euros extra en logística.
Pasos rápidos para disfrutar de un agua sabrosa sin dejarse un riñón
A veces basta con pequeños gestos para transformar el líquido elemento.
- Deja correr el grifo 30 segundos si lleva más de 4 horas sin usarse: eliminarás posibles sedimentos.
- Llena una jarra de vidrio y guárdala en la nevera; el frío atenúa el cloro y mejora el sabor.
- Añade unas gotas de zumo de limón o unas hojas de menta para aromatizar de forma natural.
- Instala un filtro de carbón activo (30 € aprox.) si vives en zona dura: dura seis meses y no dispara la factura.
- Limpia los difusores de los grifos cada dos semanas para evitar acumulación de cal.
Siguiendo estos sencillos trucos (económicos y ecológicos) podrás brindar con agua del grifo de primera sin hipotecar la cartera. Y recuerda: la próxima vez que te tiente el pasillo del agua mineral, piensa que la mejor botella quizá esté ya conectada a tu fregadero.