La Ferretería Molina, ubicada en la calle Doctor Esquerdo del barrio de Retiro, cerrará sus puertas tras más de siete décadas de actividad. Fundada en 1953 por Teodoro Molina, el negocio fue gestionado por sus hijas María, Alicia y Pepa, quienes comenzaron a trabajar en la tienda desde temprana edad. A lo largo de los años, la ferretería se convirtió en un referente del comercio local, ofreciendo más de 7.000 productos y atendiendo a varias generaciones de clientes. Sin embargo, la falta de relevo generacional y el auge de las grandes superficies han llevado al cierre definitivo del establecimiento.
La Ferretería Molina cierra sus puertas
Las hermanas Molina han dedicado su vida al negocio familiar, gestionando la ferretería de manera tradicional, sin el uso de tecnologías modernas. Organizaban los productos en cajones etiquetados a mano y mantenían un trato cercano con los clientes. A pesar de su esfuerzo por encontrar un sucesor que continuara con la tienda, no lograron traspasarla, ya que sus hijas no mostraron interés en continuar con el negocio. Esta situación es la tónica habitual en el comercio tradicional, donde la falta de relevo generacional pone en riesgo la continuidad de negocios históricos.
El cierre de la Ferretería Molina se suma a la lista de pequeños comercios que han desaparecido en Madrid en los últimos años. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, en un solo año han cerrado más de 6.000 negocios de proximidad en la Comunidad de Madrid. Estas noticias le quitan vida a los barrios, donde los pequeños comercios desempeñan un papel esencial en la cohesión social y la economía local. El caso de la Ferretería Molina es el último de una larga lista, que seguirá creciendo si no hacemos nada por remediarlo.
El cierre de la Ferretería Molina marca el fin de una era en el barrio de Retiro y deja un vacío en la comunidad que durante décadas confió en este negocio familiar. Su historia es un recordatorio de la importancia de preservar el comercio local y de buscar soluciones para garantizar su continuidad en el futuro. Los centros comerciales tienen su utilidad, no vamos a negarlo, pero hay que hacer compras de proximidad, con el carnicero del barrio, “Pepe, el de la tienda de zapatos”, etc.
¿Qué han dicho las hermanas sobre este esperado, pero doloroso cierre?
En palabras de las hermanas a Telemadrid: «Hasta diciembre vamos a seguir abiertas para vender lo que nos queda. El que quiera, que venga, que tenemos muy buenos precios. Y bueno, si lo liquidamos antes, pues nos vamos antes. Como resume María, no sin un toque de realidad: Os habéis empezado a ir a los grandes almacenes y ahora veis las cosquillas. Estamos muy agradecidas, porque los clientes son casi como de la familia», dice Pepa. “Yo conozco clientes desde que era una cría, cuando empecé con 13 o 14 años. A mí me da mucha pena, pero la vida es eso, son ciclos y hay que llevarlos”.
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