Casi 1.000 madrileños participan cada semana en rutas guiadas que exploran barrios, palacios e historias poco conocidas de Madrid.
Como quien se apunta a una academia de inglés, pero sin exámenes, en Madrid hay quien va a clase para conocer su propia ciudad. Son rutas a pie, en grupos de unas 20 personas, que se repiten cada semana y a la misma hora. Aquí no hacen falta papeles ni bolígrafos: lo único imprescindible son unas zapatillas cómodas. La idea nació hace más de veinte años, cuando Álvaro Llorente, licenciado en Historia, vio en los centros culturales que muchos madrileños no conocían su ciudad más allá del camino diario. Poco después fundó Madrid en la palma de tu mano, un proyecto que hoy sostiene un equipo con cuatro personas más graduadas en Historia, Bellas Artes o Turismo.
¿Cómo se organizan los grupos y quién se apunta?
Cada semana se forman grupos de unas 20 personas que repiten la ruta en el mismo horario, como si fuera una extraescolar. El perfil es variado: hay jubilados y personas que trabajan por las mañanas y acuden por las tardes. En total, son unas 1.000 personas las que se unen a estas sesiones. «Hay gente que lleva más de dieciséis años viniendo», sostiene Álvaro Llorente. También resume la dinámica del compromiso: «Como poco es un trimestre, pero la mayoría alarga. Y al final, nos conocemos todos como si fuese una extraescolar más».
No son recorridos para turistas. El grupo puede recorrer el Madrid de los Austrias sin pasar por la Plaza Mayor, y lo hace en grupos de 20 para mirar con calma lo que no suele contarse.
«Para nosotros lo más importante son los detalles. Paseamos por callejuelas e indagamos en otras vertientes de la ciudad que no se cuentan en un tour normal y que quizás al turista le dan igual. Pero son interesantes para entender de dónde venimos», explica el historiador. Además, la oferta incluye el Madrid industrial, la mitología en la capital, el romanticismo o los cotilleos de los palacios, el «Sálvame de Madrid».
¿Qué se ve en Almagro (Chamberí) y el edificio de los Condes de Guevara?
En una de las visitas, los alumnos recorren principalmente el barrio de Almagro, en Chamberí, en grupos de unas 20 personas. Allí se ubican, entre otros, los palacios de los Condes de Guevara, de la Condesa de Adaner, del duque de Tamames o el de Santo Mauro.
«Contamos amores, deudas, herencias… Por ejemplo, en el palacio de Fomento residió Fabiola de Mora y Aragón, quien iba para monja. En esas paredes se vivió toda su historia de amor con el rey Balduino de Bélgica, con quien se casó después y se convirtió en reina consorte. Hoy siguen allí todas sus joyas y son del Gobierno de Bélgica, lo que ha abierto una fuerte polémica con toda su familia», cuenta Llorente.
El edificio de los Condes de Guevara fue mandado construir por los herederos de Rodrigo Vélez Ladrón de Guevara y cerró la historia que unió a este conde con María Asunción Ramírez de Haro y Crespí de Valldaura, Condesa de Bornos, un título que ostenta como consorte hoy la expresidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Ambos se enamoraron, pero no pudieron casarse porque la madre de María Asunción no dio el visto bueno debido al apoyo previo del conde al bando carlista y al temor de que Alfonso XII les rechazara.
Poco tiempo después, la familia de ella recibió la noticia de que Rodrigo Vélez Ladrón de Guevara había fallecido, y María Asunción se dedicó a la beneficencia. Veinte años después, Rodrigo reapareció con su mujer e hijos; retomaron el contacto y ella llegó a nombrarle su secretario personal y heredero de todos sus bienes. Su familia inició lo que se conocería como «el pleito de Bornos», aunque finalmente Rodrigo fue el heredero. En 1920 su hija mandó construir allí el palacio. Conoce otros tours culturales en nuestra sección de actualidad.
