Salir de Barajas rumbo a Nueva York siempre suena a aventura, pero nadie espera hacer noche en medio del Atlántico. Eso fue exactamente lo que les ocurrió a los 282 pasajeros (y los 13 miembros de la tripulación, que también cuentan) del vuelo Delta 127 el pasado domingo. Cinco horas después del despegue, un motor dijo “hasta aquí hemos llegado” y el capitán puso rumbo a la isla volcánica Terceira, en las Azores. Allí, en la base aérea de Lajes, el Airbus A330 tocó pista sin sobresaltos, pero la odisea no terminó: casi 30 horas varados y una improvisada estancia hotelera. Hoy sabemos que la aventura terminó a salvo, aunque el misterio del fallo mecánico sigue sin tener explicación. ¿La moraleja? Cuando viajas, mete en la maleta un extra de paciencia: no pesa y siempre acaba haciendo falta.
¿Qué sucedió exactamente a mitad de vuelo?
Nadie quiere escuchar ruidos raros en pleno océano, y menos cuando faltan aún varias horas de trayecto. Según la aerolínea, un “problema mecánico con un motor” obligó a desviarse. La tripulación siguió el protocolo de seguridad y apuntó directamente a la pista militar más cercana, ubicada a unos 1.500 kilómetros al oeste del continente europeo.
Aterrizar en Lajes fue la parte fácil: el verdadero quebradero de cabeza llegó después, con hospedaje improvisado y llamadas cruzadas para recolocar a casi tres centenares de personas. Para los pasajeros, aquello de “seguridad ante todo” sonó estupendo… hasta que el reloj marcó la primera de muchas horas de espera.
A modo de resumen rápido, aquí van los datos clave de la maniobra de emergencia:
Dato | Valor |
---|---|
Número de vuelo | Delta 127 |
Aeronave | Airbus A330 |
Pasajeros | 282 |
Tripulación | 13 |
Ruta prevista | Madrid‑Barajas → Nueva York‑JFK |
Punto de aterrizaje | Base aérea de Lajes (isla Terceira, Azores) |
Tiempo varados | Aproximadamente 29 horas |
Después de tocar tierra, los técnicos revisaron el aparato mientras las redes se inundaban de fotos de paisajes volcánicos y cafeterías improvisadas. Al menos, los viajeros sumaron un sello inesperado en su pasaporte imaginario.
¿Por qué Lajes y no otro aeropuerto?
La base aérea de Lajes es un viejo conocido de las rutas transatlánticas: su ubicación estratégica la convierte en el “plan B” perfecto cuando un avión necesita posarse rápido. Además, cuenta con pistas largas y equipadas para grandes aeronaves, un detalle que agradecer cuando llevas un A330 cargado de historias y maletas.
El capitán no se lo pensó: la distancia más corta a tierra firme y una infraestructura preparada inclinó la balanza. Por otro lado, la legislación internacional obliga a las aerolíneas a priorizar la seguridad, aunque eso suponga desembolsar una buena suma en hoteles de última hora (ahí es donde la tarjeta de la compañía echa humo, pero eso ya es otro asunto).
¿Cómo afrontaron los pasajeros las 29 horas de espera?
Pasar casi día y medio en una isla volcánica suena exótico, salvo que tu equipaje siga dentro del avión y tu agenda grite “reunión en Manhattan a primera hora”. La aerolínea distribuyó a los viajeros en hoteles cercanos, gestionó comidas y ofreció vales para futuras rutas, pero el sentimiento general fue una mezcla de alivio y resignación.
El jueves, todavía sin un diagnóstico definitivo del motor rebelde, los teléfonos de servicio al cliente echaban chispas. Aun así, el portavoz Andrew Post insistió: la seguridad es innegociable y el aterrizaje se ejecutó sin complicaciones. Al final, el vuelo despegó de nuevo y cruzó el Atlántico hasta el JFK, casi 29 horas después del susto.
Qué hacer si de repente tu avión se desvia en mitad del Atlántico
Quedarte tirado nunca es divertido, pero puedes ahorrar tiempo y nervios siguiendo unas pautas básicas:
- Guarda todos los recibos: hotel, comida, transporte; la compañía suele reembolsar los gastos.
- Contacta con tu seguro de viaje: muchas pólizas cubren retrasos de más de seis horas.
- Apunta el número de vuelo y la hora exacta del incidente: será vital para reclamaciones.
- Solicita atención especial si la necesitas: medicación, comida para bebés o movilidad reducida.
- Pide por escrito las compensaciones ofrecidas: tenerlo negro sobre blanco evita malentendidos.
Con estos pasos, tu paciencia valdrá su peso en oro y tu bolsillo no se resentirá tanto cuando vuelvas a pisar tierra firme.