Durante un viaje por carretera solemos mirar el paisaje sin darle demasiadas vueltas, hasta que unas enormes bolas rojas aparecen colgadas de los cables y nos dejan con cara de “¿y esto qué pinta aquí?”. Seguro que más de uno ha pensado que se trata de un adorno industrial (o del último grito en arte urbano), pero nada más lejos de la realidad. Estas esferas no sirven para que los pájaros jueguen al fútbol aéreo ni, por desgracia, para recargar el móvil mientras conduces. En realidad, son un discreto salvavidas para los pilotos que vuelan a ras de suelo. Su color chillón y su tamaño llamativo convierten los cables casi invisibles en una línea fluorescente que evita sustos mayúsculos. En definitiva, un detalle minúsculo que marca la diferencia entre un vuelo tranquilo y un susto monumental.
¿Qué son exactamente estas bolas rojas?
Las denominadas balizas de señalización visual esféricas (también conocidas como esferas de balizamiento) se cuelgan en los cables de alta tensión para que helicópteros, avionetas de fumigación, globos aerostáticos o servicios de emergencia localicen fácilmente las líneas eléctricas. Cuando la niebla hace acto de presencia o la luz del amanecer es traicionera, el cable se camufla y el riesgo de colisión se dispara. Gracias a la esfera, el piloto cuenta con un “aviso luminoso” que le permite corregir el rumbo a tiempo.
Fabricadas en poliéster reforzado con fibra de vidrio o en polietileno de alta densidad, pesan entre 5 y 7 kg: lo justo para que el viento no las zarandee, pero sin convertir el tendido en un gimnasio de pesas. Así, aguantan estoicamente sol, lluvia y hasta las ráfagas más puñeteras.
La clave está en la visibilidad. Según la propia Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), cada esfera debe poder distinguirse a 1.000 m en cielo despejado y a 300 m desde cualquier ángulo de aproximación. Ese margen es oro puro para un piloto que, en pleno descenso, necesita reaccionar en cuestión de segundos.
Además, la norma exige que las balizas sean de un único color (normalmente rojo o naranja) o, en su defecto, que alternen blanco con rojo o blanco con naranja. El objetivo es que contrasten siempre con el paisaje de fondo: verde en verano, marrón en invierno y, a veces, ese gris feúcho que nos regala la niebla. A continuación mostramos un resumen de los datos imprescindibles que marca la regulación:
Parámetro | Requisito mínimo |
---|---|
Visibilidad en cielo despejado | 1 000 m |
Visibilidad en cualquier aproximación | 300 m |
Diámetro de la esfera | ≥ 60 cm |
Color | Rojo, naranja o alternancia con blanco |
Peso orientativo | 5 – 7 kg |
Materiales habituales | Poliester + fibra de vidrio / Polietileno de alta densidad |
En otras palabras, nada de esferas diminutas ni de colores “discretitos”: aquí se trata de que el cable cante más que un gallo en feria.
¿Quién vigila su instalación en España?
La encargada de que todo esto se cumpla es la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. Desde sus oficinas (donde el amor por la burocracia roza el arte) recuerdan que las balizas deben colocarse en los puntos más visibles de cada tramo para “definir la forma general del objeto”. También insisten en que nunca, jamás, deben aumentar el peligro: es decir, la esfera debe ayudar, no convertirse en un proyectil improvisado cuando sopla el viento.
Por tanto, si la línea cruza un valle o bordea un aeropuerto, la compañía eléctrica está obligada a colgar las esferas en los cables más elevados y asegurarse de que cumplen con el diámetro y el color reglamentario.
Pasos prácticos si detectas un cable sin baliza
Quizá te topes con un tendido que luce peligrosamente “desnudo”. Antes de lanzarte a la aventura, respira:
- Anota la ubicación exacta del tramo (carretera, punto kilométrico o coordenadas aproximadas).
- Comprueba si el cable sobrevuela rutas de aviación ligera (zonas rurales, aeródromos cercanos o terrenos agrícolas).
- Comunícalo a la empresa distribuidora o, en caso de duda, a la propia AESA para que verifiquen la necesidad de instalar la baliza.
Esas llamativas bolas rojas no son capricho decorativo. Son el sistema más sencillo y eficaz para que un piloto detecte a distancia un obstáculo casi invisible. Así que, la próxima vez que las veas colgadas, recuerda que, gracias a ellas, muchos vuelos rasos llegan a buen puerto sin sustos… y sin darle más trabajo a la ya saturada mesa de trámites de AESA. Entra en nuestra sección de actualidad para conocer noticias de última hora en Madrid.