El primer ministro François Bayrou quiere rebajar el déficit público francés del 5,8 % del PIB en 2024 al 4,6 % en 2026. Para lograrlo, pretende suprimir dos de los días festivos más sabrosos del calendario: el Lunes de Pascua y el 8 de mayo. Con este recorte festivo calcula sumar 5.000 millones de euros a las arcas estatales, dentro de un plan que ya asciende a 43.800 millones tras el nuevo gasto militar de 3.500 millones anunciado por Emmanuel Macron. Sindicatos y oposición han montado en cólera, y no es para menos: hablamos de tradición, de ocio… y, cómo no, de dinero. Mientras tanto, Bayrou avisa de que el déficit crece “5.000 euros cada segundo” y compara la situación francesa con la Grecia de 2015-2019. ¿Táctica de miedo o realismo fiscal? Aquí desgranamos la jugada.
¿Por qué el Gobierno quiere borrar dos días del calendario?
El Ejecutivo asegura que Francia está en un “momento crítico” y que los números rojos se le van de las manos. Su hoja de ruta fija un ahorro total de 43.800 millones de euros en 2026, 3.800 millones más de lo previsto inicialmente, para sostener un déficit que bajaría al 4,6 %. Dentro de esa cuenta entra el “regalo” de 5.000 millones por trabajar dos días más al año y la tijera sobre gastos operativos ministeriales y plantillas públicas (uno de cada tres jubilados no sería reemplazado). A continuación se resumen las magnitudes clave anunciadas por Bayrou:
Concepto | Cifra exacta |
---|---|
Déficit 2024 | 5,8 % del PIB |
Déficit objetivo 2026 | 4,6 % del PIB |
Ahorro total buscado | 43.800 millones € |
Aporte de suprimir festivos | 5.000 millones € |
Nuevo gasto militar | 3.500 millones € |
De ahí que Bayrou hable de “responsabilidad” y dibuje un futuro gris si no se corta el grifo. El discurso, no obstante, ha encontrado orejas muy poco receptivas en sindicatos y partidos rivales.
¿Qué festivos caen y qué historia tienen?
El Lunes de Pascua y el 8 de mayo son los señalados. El segundo conmemora la rendición de la Alemania nazi en 1945, fue derogado por Charles de Gaulle en 1959 y resucitado por François Mitterrand en 1981. Bayrou bromea con que mayo “se ha convertido en un queso suizo” lleno de agujeros laborales. Aun así, dice estar abierto a alternativas que cuadren las cuentas sin tocar la memoria histórica.
La CGT ve “gravísimo” borrar el 8 de mayo “cuando la extrema derecha está a las puertas del poder”. Jordan Bardella (Agrupación Nacional) lo llama “provocación” y “ataque directo a nuestras raíces”. Jean-Luc Mélenchon (La Francia Insumisa) denuncia “violencia social” y la falta de carga fiscal sobre los más ricos. Mientras tanto, tanto la ultraderecha como la izquierda radical amenazan con tumbar al Gobierno mediante una moción de censura. Las espadas, pues, siguen en alto.
Quedarse sin esos dos festivos supondría trabajar 14 horas extra al año, aproximadamente, a cambio de lo que Bayrou presenta como un balón de oxígeno de 5.000 millones para el Estado. Para el empleado medio, la paga no varía, pero adiós a dos posibles puentes que muchos usan para viajes express o para encadenar vacaciones. Empresas y escuelas también tendrían que reajustar calendarios y plantillas, con la consiguiente lluvia de trámites… y de probablemente más de un suspiro colectivo. Entra en nuestra sección de actualidad para conocer las noticias internacionales más importantes.