Comer rico y sin complicaciones es un vicio muy español; basta que un amigo te cuente un hallazgo gastronómico para que empieces a reservar espacio en tu agenda. Pues bien, hasta los Reyes hacen lo mismo. Felipe VI y doña Letizia se plantaron, sin escolta de flashes ni avisos previos, en Poncio, un local del barrio del Retiro con Solete Repsol y mención en la Guía Michelin. Allí les sirvieron algunos de los bocados estrella del chef Willy Moya y, según él, salieron encantados con la comida y, sobre todo, con el servicio. El asunto corrió como la pólvora en redes sociales cuando el propio dueño lo contó. Y claro, medio Madrid ya se pregunta si su próximo capricho gastronómico será “comer como reyes”.
¿Por qué Poncio conquista paladares reales?
Más allá de la sorpresa de ver a un monarca cruzar la puerta, Poncio seduce por su mezcla de cocina viajera y producto reconocible. Moya, que ha pasado media vida afinando recetas, mantiene sus “famosos huevos” y suma técnicas de ahumado, fermentado y curación que dan vidilla a cada plato. El resultado es una carta corta, pensada para picar sin perderse y, de paso, presumir de sabores que no encuentras en la tasca de la esquina.
Antes de que abras la app de reservas, echa un ojo a algunos de los bocados que más suenan entre los parroquianos:
- Gilda (4 €)
- Ostra con pil‑pil de alga (7 €)
- Coca de steak tartar (7 €)
- Croquetas de txangurro (7 €)
- Brioche de oreja adobada (7 €)
Como ves, los precios son razonable (nada de coronas doradas en la cuenta). Y, sí, la costilla de vaca con barbacoa de chipotle que cataron Sus Majestades también sigue en la carta.
Cómo ajustar tu presupuesto y salir del restaurante con una sonrisa
Que nadie sufra por la nómina: los principales van de 14 € a 30 €, así que puedes marcarte un homenaje sin hipotecar el coche. Si prefieres ir a tiro hecho, Poncio propone dos menús degustación: el corto, por 45 €, y la versión extendida, por 85 €. El primero es perfecto para un almuerzo rápido con algo de postureo; el segundo, para los que disfrutan diseccionando cada salsa. Además, la bodega presume de referencias nacionales e internacionales que harán feliz a cualquier enófilo, pero ojo a la cuenta: una copa de más y la ironía se la lleva Hacienda.
Por lo tanto, el secreto está en dosificar. Combina un par de tapas de bocado, comparte un principal y, si te animas, acompáñalo con una copa de vino bien elegida. Saldrás con la barriga contenta y el bolsillo indemne.
Cómo asegurarte mesa sin recurrir al protocolo real
En primer lugar, reserva con tiempo; desde que corrió la voz de la visita regia, las plazas vuelan más rápido que un chascarrillo en redes. Llama directamente al restaurante o utiliza su plataforma online para evitar malentendidos. Posteriormente, indica si quieres probar la costilla o el menú degustación: así la cocina se organiza y reduces esperas. Finalmente, llega con unos minutos de antelación; no hay alfombra roja, pero el personal agradece la puntualidad tanto como el Rey agradeció aquella costilla. Por consiguiente, seguir estos pasos te garantizará una experiencia digna de palacio… pero sin protocolo ni corbata.