Puede que nunca hayas tenido que descifrar una sentencia, pero imagina hacerlo con diez años y sin diccionario legal a mano. En varios juzgados españoles, algunas magistradas han decidido que eso no vuelva a ocurrir. Desde 2024 añaden cartas claras al final de sus fallos para que los menores entiendan qué se ha decidido sobre su vida. La idea no es un mero detalle: evita que los niños dependan de traducciones improvisadas de abogados o familiares. Además, cumple con la Ley del Derecho de Defensa, en vigor desde mayo de 2024, que obliga a usar lenguaje sencillo. Y, seamos sinceros, leer “He decidido que sigas viviendo con tu mamá” es bastante más reconfortante que un párrafo lleno de artículos y referencias cruzadas.
¿Qué está pasando en los juzgados de familia?
Las protagonistas son, sobre todo, Isabel Giménez (Juzgado de Familia nº 19 de Barcelona) y Gloria Poyatos (Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Canarias). Ambas redactan párrafos específicos dirigidos al niño o la niña afectada, sin tecnicismos y con tono cercano. Así logran que la resolución sea comprensible para quien de verdad la sufre o disfruta.
Magistrada | Órgano judicial | Menor (pseudónimo) | Decisión clave | Motivo principal |
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Isabel Giménez | Juzgado de Familia nº 19 de Barcelona | — (niña) | Suspende las visitas paternas y dicta orden de protección | Estrés postraumático y miedo acreditado |
Gloria Poyatos | Sala de lo Social del TSJC | Aureliano (10 años) | Reconoce una discapacidad del 45 % y explica el fallo mediante voto particular | Derecho a lenguaje claro y adaptación a la infancia, según el artículo 9 de la ley |
Más allá del cariño, hay efectos prácticos: los menores sienten que su voz cuenta, las familias entienden mejor el proceso y los jueces constatan si su decisión, puesta en palabras llanas, sigue teniendo sentido.
¿Qué dice exactamente la Ley del Derecho de Defensa?
El artículo 9 de la norma (en vigor desde el 6 de mayo de 2024) obliga a que todas las resoluciones “estén redactadas en un lenguaje claro” y, cuando el destinatario sea un menor, se adapten a su edad y circunstancias. Esto se aplica aunque ya haya abogado, madre o tutor de por medio: la responsabilidad recae sobre el órgano judicial.
En cristiano: la ley evita que el “tutela judicial efectiva” (derecho a que un juez te escuche y resuelva de forma justa) quede sepultado bajo expresiones ininteligibles. Además, refuerza la idea de que los niños son sujetos de derechos (no meros espectadores) en procesos que les afectan.
Qué hacer para que tu hijo entienda la próxima sentencia
Puede que tu caso no lo lleve una de estas juezas, pero hay trucos para acercar cualquier resolución judicial a los menores.
- Pide al abogado que solicite expresamente al juzgado un párrafo adaptado al menor, citando el artículo 9.
- Lee la sentencia juntos, en voz alta y sin prisas; detente en cada concepto complicado.
- Haz preguntas abiertas (“¿Cómo te sientes con esta decisión?”) para comprobar si la ha comprendido.
- Recurre a un psicólogo infantil si la resolución trata temas sensibles (custodia, violencia, discapacidad).
- Guarda una copia clara con subrayados y notas; será útil en futuras citas legales o escolares.
Estos pasos no sustituyen al profesional, pero facilitan que el niño participe y asimile lo que ocurre a su alrededor.
¿Por qué estas cartas son también un examen para la propia justicia?
Las magistradas reconocen que, al dirigirse al menor, ponen a prueba su propio razonamiento: si la decisión no “suena bien” en lenguaje cotidiano, quizá necesite revisarse. De ahí que Isabel Giménez hable de las misivas como un “espejo” de la actuación judicial.
Por otra parte, instituciones como el Consejo General del Poder Judicial aún están en fase de incorporar esta práctica a la formación obligatoria. Mientras tanto, la experiencia de Barcelona y Canarias demuestra que la lectura fácil (traducción jurídica simplificada) no solo beneficia a la infancia: también hace más transparente un sistema que, demasiado a menudo, se esconde tras folios sellados y latinajos. Al final, la justicia clara no es un lujo: es puro sentido común.