El tribunal rechaza la existencia de competencia desleal al no probarse daño alguno para la empresa y confirma la improcedencia del despido disciplinario.
Un despido disciplinario con trasfondo tecnológico ha acabado revisado por el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJ). La empresa sostenía que un empleado había incurrido en competencia por impartir formación sobre un “motor” que, según alegaba, la propia empleadora aplicaba a videojuegos que comercializaba.
El tribunal, no obstante, ve el caso de otra forma. La Sala confirma la improcedencia del despido al no apreciarse un presupuesto esencial del tipo infractor: que existiera un daño, o al menos un riesgo de daño, para la empresa.
El caso del despido disciplinario por dar clase y la acusación de concurrencia desleal
El conflicto nace cuando la empresa interpreta que la actividad formativa del trabajador, realizada para una segunda entidad, suponía una conducta desleal frente a su empleadora. La tesis empresarial se apoyaba en la cercanía del contenido impartido con su propio ámbito de actividad.
En este sentido, el núcleo del reproche se situaba en que la formación versaba sobre un “motor” vinculado al sector de los videojuegos, lo que (a juicio de la empresa) bastaba para considerar que existía concurrencia desleal y justificar la máxima sanción disciplinaria.
La sentencia parte de una distinción que termina siendo determinante. El trabajo del empleado para la empresa consistía en el desarrollo de un proyecto de software. En cambio, lo que el trabajador realizaba para la segunda entidad era una actividad formativa “que nada tiene que ver” con la recurrente. Esa separación, tal y como expone la Sala, rompe la idea de que cualquier coincidencia conceptual con el sector de los videojuegos implique automáticamente deslealtad o competencia.
El TSJ de Cantabria descarta el perjuicio y refuerza la proporcionalidad de la sanción
A partir de ahí, el TSJ pone el foco en lo que considera el elemento que falta: el daño (o el riesgo de daño). Incluso aceptando el relato empresarial sobre la formación impartida, la Sala cuestiona que pueda hablarse de concurrencia desleal en sentido disciplinario porque no se acredita un perjuicio real o potencial para la empresa.
El tribunal enlaza esa ausencia de daño con una idea clásica del derecho sancionador laboral: la proporcionalidad. En su razonamiento, menciona la aplicación combinada de los principios de buena fe en el ámbito disciplinario y la llamada doctrina gradualista, que permite valorar si el despido (como sanción máxima) resulta o no excesivo en función de lo ocurrido.
El desenlace mantiene la improcedencia del despido, pero con un matiz relevante. El TSJ introduce un ajuste económico al indicar que se rebaja el importe de la indemnización atendiendo al salario regulador fijado.
Con esta decisión, la Sala deja una idea clara: para sostener un despido por competencia o deslealtad no basta con señalar similitudes sectoriales; es necesario acreditar un perjuicio real o potencial y, además, ponderar si la respuesta disciplinaria aplicada es proporcionada a los hechos. Conoce otras sentencias interesantes accediendo a nuestra sección de empleo.
