Castellolí le pone un piso encima a su propio negocio. Sí, ha leído bien: vivienda gratis encima de la tienda recién reabierta, todo en el mismo edificio centenario de Cal Peret, en pleno corazón de esta localidad barcelonesa. Quien se anime tendrá que levantar cada mañana la persiana del colmado y, de paso, las ganas de 651 vecinos que llevan treinta años sin tienda de comestibles. A cambio, el Ayuntamiento afloja 15.000 euros para dejar el local niquelado y los dueños ceden el inmueble a coste cero. Parece una locura (de las buenas), pero en un país donde llenar la cesta cuesta un riñón, la oferta suena a “se han alineado los astros”, tal y como dice su alcalde. Y, por si faltaba épica, ya han telefoneado incluso desde Suecia para pedir turno.
¿Por qué regalan casa y tienda en Castellolí?
El municipio de Castellolí (comarca de Anoia, Barcelona) se ha ganado a pulso el título de superviviente rural. Con apenas 651 habitantes y mucha marcha hacia la gran ciudad, el vecindario llevaba desde 1994 tirando de reparto a domicilio o coche propio para comprar leche y galletas. La solución era, en sus propias palabras, “un parche”, así que la corporación municipal decidió atacar la raíz del problema: falta de negocios y, en consecuencia, falta de vida callejera.
La oportunidad surgió cuando la familia Costa, propietaria histórica de Cal Peret (un edificio que fue tienda, horno y estanco), ofreció el inmueble a la causa. De ahí que la iniciativa combine lo que todo emprendedor rural sueña: local en la planta baja, piso en la alta y cero alquiler. El objetivo es claro: que el comercio vuelva a ser punto de encuentro y, de paso, motor económico de kilómetro cero.
Cómo funciona la convocatoria y qué apoyo da el Ayuntamiento
Desde la semana pasada, el consistorio recoge solicitudes sin exigir currículum de superhéroe, aunque sí un par de compromisos sensatos: vender producto local (Parque Agrario de la Cuenca de Òdena y Parque Rural de Montserrat) y asumir los gastos corrientes de luz, agua y demás. A cambio, el Ayuntamiento suelta un buen pellizco para reformar el local y adecuarlo a normativa sanitaria, que no es moco de pavo. Antes de lanzarse, conviene tener claro el paso a paso:
- Enviar solicitud al registro municipal de Castellolí, indicando propuesta de negocio y datos de contacto.
- Presentar plan de viabilidad (ingresos, gastos y proveedores locales previstos).
- Visita técnica a Cal Peret, coordinada por el arquitecto municipal, para ajustar la reforma.
- Firma del convenio de cesión de uso: vivienda y local sin alquiler durante el periodo pactado.
Con este itinerario bajo el brazo, el futuro tendero arranca con mucho terreno allanado y 15.000 euros que, vistos los precios de la reforma, “no vienen nada mal”.
Un pueblo que sueña con comprar sin coger el coche
Para los castellolines, poder bajar a por el pan y la leche sin salir del casco urbano es casi cuestión de orgullo. No se trata solo de hacer la compra; hablamos de socializar, de enterarse de quién se casa o de qué equipo ganó el sábado. El cierre del último ultramarinos en 1994 dejó un vacío en la plaza y para algunos mayores supuso depender de familiares o repartidores.
El consistorio confía en que el nuevo proyecto se convierta en un revulsivo. “Queremos que la tienda sea comercio y, al mismo tiempo, punto de encuentro”, resume Joan Serra, alcalde desde 2019. Dicho de otro modo: menos desplazamientos en coche y más tertulia al pie del mostrador.
Claves para que tu negocio arranque con buen pie
Si está tentado de mudarse, tenga en cuenta unas cuantas recomendaciones prácticas. En primer lugar, apueste por género de proximidad: huerta de Òdena, quesos de Montserrat y embutidos de la comarca venden solos. Además, pacte con el Ayuntamiento un calendario de actividades comunitarias (degustaciones, talleres de cocina e incluso charlas con productores) para fidelizar clientela local y atraer visitantes de pueblos vecinos.
Por otro lado, modernice la tradición: combine el mostrador de toda la vida con preventa online para los habitantes que trabajan fuera y regresan tarde. Así, la despensa rural se mantiene viva y usted garantiza ingresos estables.