Seguro que más de una vez has paseado por el eje del Prado sin sospechar que, detrás de un portón casi anónimo, se esconde la antigua catedral de la medicina española. Pues bien, ese caserón de la calle Atocha, donde Santiago Ramón y Cajal desentrañó las “mariposas del alma”, podría convertirse por fin en museo nacional. El Ministerio de Ciencia ha puesto sobre la mesa un plan para alojar allí el valioso Legado Cajal, casi 30.000 piezas que explican cómo vemos, recordamos y soñamos. Sería el museo nacional número 22 y quedaría a tiro de piedra (exactamente 20 metros) del Reina Sofía, a 375 metros del Prado y a 600 metros del Thyssen. El proyecto no es nuevo, pero esta vez llega con aliados de peso y un calendario que aprieta ¿Logrará la burocracia española no quedarse dormida al volante?
¿Dónde se instalará exactamente el nuevo museo?
La sede elegida es el viejo Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Carlos, en el número 87 de la calle de Atocha (Madrid). Este coloso de piedra, inaugurado en 1834 y uno de los tres grandes edificios que nos legó Fernando VII (los otros son el Senado y el Teatro Real), fue la facultad donde Cajal impartió clase desde abril de 1892.
El inmueble conserva joyas arquitectónicas como el Gran Anfiteatro y el aula original en la que el Nobel dibujaba circuitos neuronales con tizas de colores. Además, forma parte del eje museístico madrileño declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO en 2021, un detalle que suma puntos cuando toca pedir subvenciones europeas.
¿Qué tesoros guarda el Legado Cajal?
Hablamos de casi 30.000 piezas: desde finísimas rodajas de cerebro teñidas con nitrato de plata hasta manuscritos y fotografías que parecen sacadas de una película de ciencia‑ficción del XIX. El plato fuerte son los dibujos originales de Cajal y sus discípulos, auténticos mapas de carreteras neuronales que aún hoy asombran por su precisión.
Para encontrar algo parecido tendrías que volar a Suecia y pedir audiencia en el Comité Nobel, así que tener este material a escasos pasos del Metro de Atocha no es moco de pavo. De hecho, la colección se considera el equivalente científico de El Quijote: su obra maestra, Textura del sistema nervioso del hombre y de los vertebrados (1899‑1904), reúne 1.800 páginas y casi 900 grabados.
¿Qué falta para que abra sus puertas?
Los ladrillos están en su sitio, pero el papeleo todavía colea. Por un lado, el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (dueño de un tercio del edificio gracias a una cesión de 1970 por 100 años) debe aprobar la operación; por otro, falta cuadrar la mudanza del Instituto Nacional de Administración Pública, que ocupa otra ala del caserón.
A grandes rasgos, este es el camino por recorrer:
- Ratificación formal del proyecto por parte del Colegio de Médicos, ahora mismo inmerso en un contencioso electoral interno.
- Firma del acuerdo tripartito entre Ministerio de Ciencia, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (titular del Legado) y Colegio.
- Acondicionamiento de salas expositivas y espacios comunes, respetando los elementos protegidos.
Superados estos tres peldaños, el museo podrá solicitar la catalogación oficial de “Museo Nacional” y abrir al público. Veremos si los plazos, siempre tan flexibles en la administración patria, se portan bien esta vez.
Guía práctica para el futuro visitante
Mientras las obras avanzan, conviene ir tomando nota. Si todo sale según lo previsto, el Museo Cajal será una parada imprescindible para entender por qué España brilló en neurociencia mucho antes de que existieran los escáneres cerebrales.
Para no perderte la inauguración, apunta un par de trucos: sigue las actualizaciones del Ministerio de Ciencia y del Museo Nacional de Ciencias Naturales (donde se custodia el Legado) y guarda un recordatorio en el calendario. Llegado el día, bastará con bajarse en la estación de Atocha, caminar esos 20 metros y, quizá, agradecer que alguien por fin haya puesto techo a las mariposas del alma.