El Arca de Noé lleva siendo motivo de estudio desde tiempos inmemorables. Hablamos de una embarcación que aparece en el episodio bíblico del Génesis. Este narra la construcción hecha por Noé a petición de Yahveh (Dios de Israel) para preservar la humanidad ante el diluvio universal. La historia es de sobra conocida por todos, creyentes o no, y llevada al arte en todas sus expresiones en multitud de ocasiones. En las últimas seis décadas, diferentes investigadores han puesto sus ojos en una extraña formación rocosa en el este de Turquía, más concretamente en el monte Ararat, donde se presupone que podría encontrarse el arca.
¿Qué “pruebas” tienen los investigadores sobre la ubicación del Arca de Noé?
Lo primero que hay que mencionar es que la mayoría de estas «pruebas» son interpretaciones subjetivas o formaciones geológicas naturales, como la propia anomalía de Durupınar, donde se centra esta excavación. Centrándonos en la investigación, sabemos que un equipo de científicos liderado por el grupo estadounidense Noah’s Ark Scan, en colaboración con universidades turcas, ha anunciado el inicio de la primera excavación controlada en el lugar desde su “descubrimiento en” 1959.
Pero, ¿por qué se busca en esta ubicación? En el Génesis se cuenta que el Arca de Noé se asentó en la amplia región montañosa de Urartu (Ararat), lo que incluye toda Armenia y parte de Turquía. Y casualmente, un montículo de unos 160 metros de largo con forma de barco se halla en el mismo lugar donde se presupone descansa el arca. A esto se le suma que en los últimos 20 años se han extraído más de 20 muestras del suelo del interior y del exterior de la formación, con resultados sorprendentes, a priori.
Analizadas por la Universidad de Atatürk en Erzurum, los resultados mostraron datos curiosos cuanto menos: un pH más bajo, mayor concentración de potasio y materia orgánica, condiciones que los investigadores interpretaron como señales consistentes con madera en descomposición. También se detectaron sedimentos de origen marino y restos de vida acuática de hace entre 3.500 y 5.000 años, lo que sugiere que la zona pudo haber estado sumergida durante un evento catastrófico de gran magnitud.
¿Cómo afectaría a la historia el posible descubrimiento?
Si hablamos en términos religiosos, dudo que hubiese grandes cambios respecto a la creencia de cada persona. Históricamente, sí supondría un paso importante, lo que también llevaría a agrandar el relato del Arca de Noé. Lo que es evidente es que se convertiría en un lugar de peregrinaje para creyentes y turistas, con todo lo que eso conlleva. Pase lo que pase, el hecho de que se investigue con rigor científico ya representa un paso importante para desentrañar un mito que lleva fascinando a la humanidad durante siglos.
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