¿Alguna vez has calculado cuántas veces al día te detienes ante un semáforo? Seguramente no, pero tu rutina (ir al trabajo, llevar a los peques al cole o esquivar atascos camino al gimnasio) está coreografiada por esas tres luces que conocemos desde siempre. Pues atención: en breve tendrás que acostumbrarte a una cuarta. La cosa no va de moda ni de decoración urbana; se trata de hacer hueco a los vehículos que se conducen solos. Sí, esos mismos que a veces parecen sacados de una peli futurista. Detrás de la novedad hay un puñado de ingenieros de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) dispuestos a sacudir un invento que lleva operando desde el siglo XIX.
¿Por qué se añade una luz blanca al semáforo?
Los semáforos existen para evitar que cada cruce sea una batalla campal y, seamos honestos, lo hacen bastante bien… hasta ahora. El problema aparece cuando los coches autónomos (auténticos cerebritos sobre ruedas capaces de procesar datos en milisegundos) entran en escena y “hablan” entre sí más rápido de lo que un humano pisa el freno. Ahí es donde entra la llamada fase blanca (periodo en que la luz blanca se enciende) para coordinar mejor el tráfico. Estos son los colores que tendremos:
Color | Significado para el conductor |
---|---|
Rojo | Detente sin excusas. |
Verde | Avanza con normalidad. |
Ámbar | Frena, salvo que hacerlo sea peligroso. |
Blanco | Sigue al vehículo que va delante. |
En cristiano: cuando un grupo numeroso de coches autónomos se acerque a la intersección, la lámpara blanca se encenderá y los conductores “de carne y hueso” solo tendrán que confiar en el coche de delante; él ya habrá hablado con los demás para que todo fluya sin dramas ni acelerones absurdos.
¿Cómo funcionará la fase blanca en la calle?
Imagina que llegas al cruce y, de repente, aparece una luz que no es ni roja, ni verde ni ámbar. Tranquilo, no es un error de la ITV municipal. Es la señal de que los coches autónomos han tomado el mando logístico. Ellos calculan quién pasa primero, segundo o tercero y, mientras tanto, tú solo debes dejar que la cola avance a su ritmo. Antes de que entres en pánico, repasa estos pasos sencillos:
- Detecta la nueva luz blanca; no parpadea ni cambia de sitio, pero sí destaca sobre las otras tres.
- Observa al vehículo que te precede; si él avanza, tú avanza, si él se detiene, tú te detienes.
- Mantén la distancia de seguridad de siempre; la tecnología ayuda, pero un despiste humano sigue siendo muy humano.
Con ese trío de normas claras, la travesía resultará más fluida y, de paso, consumirás menos combustible al evitar frenazos innecesarios. Una pequeña victoria para tu bolsillo y para el aire de la ciudad.
Por un lado, familiarízate cuanto antes con la nueva señalización. Bastará con un par de trayectos para que tu cerebro incorpore la luz blanca a su menú de reflejos. Por otro, no te fíes al cien por cien de la electrónica: la misma prudencia que aplicas con los semáforos clásicos sigue vigente. Además, recuerda que las motos, los autobuses y cualquier vehículo no automatizado tienen las mismas obligaciones. La fase blanca no es barra libre para hacer eslalon; simplemente delega la coreografía del tráfico a los coches que “piensan” más rápido. Entrando en nuestra sección de motor podrás ver otras noticias relacionadas con la DGT.