Conducir en verano es casi un deporte nacional: sales de la oficina, te zambulles en el coche y sueñas con la brisa del chiringuito. Hasta aquí todo idílico… salvo cuando tu pie va enfundado en unas chanclas traicioneras. ¿Te suena la escena de frenar a toda prisa y notar que la suela fina hace surf sobre el pedal? A más de uno se le ha helado la sangre por menos. Y, ojo, que la Guardia Civil ya ha levantado la ceja: este verano de 2025 han vuelto a recordar que el calzado playero y el volante no hacen buenas migas. Dicho de otro modo, la comodidad estival puede salir cara (exactamente 80 euros cara) si un agente interpreta que llevas los pies “de vacaciones” dentro del coche.
¿Por qué las chanclas pueden convertirse en tu peor copiloto?
Primero, porque son inestables: la sujeción brilla por su ausencia y basta un movimiento brusco para que la tira se suelte y el zapato se deslice bajo los pedales. Segundo, porque el material (goma o plástico finísimo) no agarra bien: si tu planta está húmeda por la piscina o el sudor, el pedal de freno se vuelve pista de patinaje. De ahí que, en maniobras de emergencia, tu tiempo de reacción pueda alargarse lo justo para convertir un susto en siniestro.
Además, esta ligereza tan veraniega reduce la sensibilidad del pie. El grosor de la suela y la holgura impiden “sentir” el embrague, el acelerador y el freno con precisión milimétrica. Y cuando hablamos de milisegundos, ya sabes: cualquier duda al pisar puede terminar en golpe, grúa y un cabreo monumental.
¿¿Qué dice la DGT?
La normativa española no prohíbe de forma explícita “conducir con chanclas”, pero el artículo 18.1 del Reglamento General de Circulación dice literalmente que el conductor debe mantener “la posición adecuada y la libertad de movimiento necesaria” para controlar el vehículo. Traducción sencilla: si tu calzado compromete ese control, el agente puede sancionarte. A continuación encontrarás los criterios más habituales que valora Tráfico antes de sacar el bloc de multas:
- El zapato se desplaza fácilmente o puede quedarse atascado bajo los pedales.
- La suela resbala al frenar o acelerar, sobre todo si está húmeda.
- No existe sujeción al talón ni al empeine, lo que impide un apoyo firme y constante.
Después de este pequeño examen visual, la decisión es subjetiva, pero contundente: la sanción económica puede ascender a 80 euros (sin pérdida de puntos). Y, sí, duele más que un pisotón con la hebilla de la chancla.
Consejos para conducir fresco y seguro este verano
Por fortuna, evitar problemas es tan fácil como cambiar de calzado antes de girar la llave. Opta por zapatos cerrados o sandalias con tiras ajustables al talón y al empeine; así ganas estabilidad y sigues respirando. Lleva siempre un par “de batalla” en el maletero.
Asimismo, seca bien los pies si vienes de la playa o la piscina; un simple gesto evita que resbalen sobre la goma del pedal. Por otro lado, recuerda que no vale aquello de “voy solo cinco minutos”: los accidentes y las multas no distinguen trayectos largos de escapadas relámpago. Y, por último, si compartes coche, avisa al acompañante; evitarás el clásico “¿no pasa nada por ir en chanclas, verdad?”, justo antes de que aparezca la patrulla en la rotonda.