Felipe Hernández Medina, comerciante de 65 años y propietario del histórico establecimiento Tejidos Hernández, murió este sábado tras recibir un puñetazo de su hijo mayor, Felipe H. R., de 35 años y recién aprobado en la oposición de técnico de Hacienda. La agresión, ocurrida en plena calle Mayor de Molina de Segura (Murcia) y captada por las cámaras del local, se produjo un mes y diez días después de que el padre denunciara a dos de sus cuatro hijos por el robo de su teléfono móvil y solicitara sin éxito una orden de alejamiento.
Disputa familiar por el alquiler de garajes como detonante del conflicto, según la Policía
La investigación apunta a que la fractura entre padre e hijos se originó en el reparto de varias plazas de garaje cuyo alquiler gestionaba el comerciante tras su separación matrimonial. Fuentes policiales señalan que Felipe padre se “quedaba la mensualidad” de esos aparcamientos, lo que habría avivado el resentimiento de los hijos. Una vecina situó al primogénito merodeando la noche anterior en el aparcamiento del edificio Doyca I, donde la familia posee entre cinco y seis plazas.
El pasado 10 de junio, el fallecido acusó a Felipe y a su hermana Rosario (médico de 29 años) de sustraerle un móvil valorado en 300 euros dentro de una panadería. En su escrito pedía medidas cautelares para impedir que se acercaran a él. “He denunciado varias veces a mis hijos por acoso y amenazas”, exponía, pero el juzgado no llegó a dictar protección.
Golpe fatal en Tejidos Hernández y huida de los autores
Minutos antes de las once, la discusión se trasladó al interior de la tienda familiar. Testigos vieron a los hermanos golpear al padre, que salió ensangrentado gritando: “¡Me han pegado mis hijos!”. Caminó hasta un estanco cercano, donde se desplomó. Había recibido un fuerte puñetazo y portaba un marcapasos, por lo que la autopsia deberá determinar si la muerte se debió al traumatismo craneal o a un infarto.
Felipe H. R. huyó en un Opel Corsa hasta la casa de su madre en Archena, donde fue detenido horas después. Según la policía, se derrumbó al conocer el motivo del arresto y admitió que “no quería matarlo”, alegando una discusión “de tantas” por los garajes. Rosario fue arrestada por marcharse sin socorrer a su progenitor, vulnerando su deber médico.
Consternación vecinal y posibles consecuencias penales para los hijos
El parricidio ha conmocionado a Archena y Molina de Segura. La familia, bien posicionada por la trayectoria de la madre en Hacienda, contrasta con el aprecio vecinal hacia el comerciante, conocido por defender el pequeño comercio local. Marta, hija de la pareja de Felipe, resume el sentir familiar: “Lo único que queremos es que estas dos personas no salgan impunes”.
Mientras la investigación judicial avanza, los hermanos se enfrentan a un posible delito de homicidio y a la omisión de socorro, con penas que podrían marcar un precedente sobre la violencia intrafamiliar cuando las alertas tempranas, como las órdenes de alejamiento, no prosperan y culminan en tragedia.