¿Imaginas pasar cada día bajo tierra, pero con vistas privilegiadas a los túneles mejor iluminados de Madrid? Quizá no sea el sueño de infancia más popular, pero lo cierto es que la cabina de un convoy ofrece una estabilidad laboral difícil de igualar. Entre frenadas suaves y anuncios por megafonía, un maquinista del Metro se asegura un sueldo que ronda los 30.000 euros brutos al año y un plan de carrera con poca volatilidad. Además, ni tormentas, ni atascos, ni la subida del diésel afectan a su ruta diaria. Por eso, cada convocatoria de plazas recibe una avalancha de aspirantes dispuestos a estudiar señales, normativas y, cómo no, psicotécnicos a todo trapo. Si tú también te planteas cambiar el atasco de la M‑30 por la vía férrea, aquí tienes el mapa de andenes para llegar a destino.
¿Qué requisitos pide Metro de Madrid para ser maquinista?
El punto de partida es muy sencillo: tener 18 años o más el día que se publique la convocatoria. La empresa pública exige, además, una titulación mínima de Bachillerato o Formación Profesional (técnico, técnico auxiliar o técnico superior) dentro de la rama de Electricidad y Electrónica. La razón es obvia: entre fusibles, catenarias y sistemas de señalización, la teoría eléctrica sirve de escudo ante más de un susto.
Antes de mover un solo vagón, toca inscribirse como demandante de empleo en la Comunidad de Madrid bajo los códigos ocupacionales de conductor o maquinista de tren o tranvía. Este trámite burocrático es tan imprescindible como la propia matrícula del curso.
A modo de brújula, aquí tienes los requisitos clave de un vistazo:
- Tener al menos 18 años.
- Disponer de Bachillerato o FP de Electricidad y Electrónica.
- Estar inscrito como demandante de empleo en la Comunidad de Madrid (código de maquinista).
- Carecer de antecedentes penales que inhabiliten para empleo público.
- Poseer aptitud psicofísica certificada por el reconocimiento médico oficial.
Como ves, la lista no exige hazañas titánicas, pero sí un par de papeleos y una salud a prueba de frenazos.
¿Cómo es el proceso de selección paso a paso?
Primero interviene la Dirección General del Servicio Público de Empleo madrileño, que criba solicitudes y publica la lista provisional de preseleccionados. Superado este filtro, llegan las pruebas de aptitud: una batería psicotécnica dividida en tres bloques. El test de personalidad mide competencias como toma de decisiones u orientación al cliente; después vienen los ejercicios de razonamiento verbal y espacial (esos que te hacen dudar de tu amor por los rompecabezas) y, por último, un examen tipo test sobre reglamentos internos, señales y procedimientos del propio Metro de Madrid.
Quien aprueba pasa por el reconocimiento médico reglamentario: agudeza visual, control de reflejos y chequeo cardiovascular incluido. Aquí no valen atajos; si la salud no está en verde, la candidatura descarrila. Solo los aptos aterrizan en el curso de formación.
¿Cuánto cuesta y qué dura el curso de formación?
Metro de Madrid imparte su propio curso habilitante durante tres meses intensivos. La formación, de carácter interno, ronda los 3.900 euros (importe que suele asumir el aspirante, salvo becas o acuerdos sindicales puntuales). Durante ese trimestre se estudian normativas, maniobras, seguridad y hasta protocolo ante incidencias con pasajeros.
Aunque el desembolso parezca elevado, conviene verlo como inversión amortizable: en apenas un año de nómina ya estará recuperado con creces. Eso sí, el aprobado final no está garantizado; requiere superar exámenes teóricos y simulaciones prácticas en cabina.
¿Qué sueldo y horarios tiene un maquinista de Metro?
El convenio vigente (2025) fija un salario base de 34.345 euros brutos anuales, repartido en 15 pagas. Con nocturnidad y horas extra, la cifra se empina hasta los 37.713 euros. Para que no duela tanto madrugar, la hora nocturna se paga a 4,03 euros de plus; las extras diurnas, a 32,61 euros, y las nocturnas, a 40,01 euros. Nada mal para quien sepa domar bostezos de madrugada.
La jornada oficial suma 1.635 horas cada año, unos turnos de 7 horas y media. En cuanto a descanso, el cuadro resulta bastante goloso: 37 días de vacaciones y 7 de asuntos propios. En otras palabras, tiempo de sobra para perderse en la playa cuando el calor en el túnel apriete.