¿Te suena esa mezcla de ilusión y pereza justo antes de un viaje? A muchos les da el bajón cuando toca enfrentarse a la maleta, y no es para menos: el 66 % de los españoles reconoce que mete más cosas de la cuenta y acaba arrastrando un bulto pesado como un ladrillo. Para colmo, tardamos una media de dos horas en rellenarlo todo, según un sondeo de Trainline. Por suerte, existe una farmacéutica reconvertida en gurú del orden, María Zamora, que asegura dejar la maleta lista para seis días de playa en apenas 30 minutos. Su truco no es magia (lo jura); es el método KoraKora, una versión patria de las enseñanzas de Marie Kondo. ¿Preparados para que vuestra maleta “respire”? Vamos allá.
¿Por qué el 66 % de los españoles sufre con la maleta?
Viajar debería ser sinónimo de gozo, pero el “por si acaso” termina colándose entre los calcetines y dispara el peso del equipaje. El sondeo de Trainline desvela que casi la mitad de los viajeros mete prendas que jamás saldrán de la bolsa, y que el exceso de bulto es la principal fuente de estrés pre–vacacional.
Además, la falta de planificación juega en nuestra contra: no adaptarse al tamaño de la maleta y dejar todo para última hora alarga el proceso hasta dos horas. El resultado es un maletón imposible que, encima, suele dejar fuera lo verdaderamente útil.
¿Quién es María Zamora y qué es el método KoraKora?
María Zamora no siempre vivió entre contenedores y dobladores. Técnica ortopeda y farmacéutica de una botica familiar en Málaga, descubrió a Marie Kondo durante su luna de miel en Japón. Tanto le enganchó el asunto que, tras estudiar con la propia “reina del orden” en Londres, dejó la farmacia en 2022 y fundó KoraKora para ayudar a otros a viajar ligeros (y de paso, vivir con menos trastos).
Su método combina el minimalismo nipón con la picaresca mediterránea: planificación milimétrica, doblado vertical y una cuadrícula mental para colocar cada cosa siempre en el mismo sitio. De ahí que Zamora despache una maleta de cabina para casi seis días sin despeinarse.
Cómo preparar ocho conjuntos en una maleta de cabina
Pensar primero, doblar después. Ese es el mantra. Zamora arma dos looks por día (playa y tardeo) y se asegura de que todas las prendas combinen entre sí.
- Extiende las categorías sobre la cama: playa a la izquierda, ciudad a la derecha, complementos aparte.
- Calcula sin “por si acaso”: para seis días bastan 3 prendas de arriba, 2 de abajo, 2 vestidos, 3 bikinis, 2 pares de zapatos, chanclas y 2 bolsos.
- Haz el “tetris” vertical: usa un doblador para formar rectángulos y coloca dos filas (casual y arreglado).
- Deja la toalla ligera en el centro y rellena huecos con cinturones enrollados.
- Lo voluminoso, puesto: viaja con las cuñas o el jersey gordo para liberar espacio.
- Reserva espacio para souvenirs: si la maleta “respira”, cabrá ese imán inevitable de la vuelta.
Con esta única lista, el equipaje queda compacto, visible y listo en 30 minutos.
Trucos de doblado y distribución: el famoso “tetris” vertical
La clave está en maletas que se abren como un libro: dos mitades idénticas facilitan ver todo de un vistazo. Primero entra la ropa interior en contenedores minúsculos; luego pijama, bikinis y, por encima, los vestidos más delicados. Todo va doblado en vertical para evitar arrugas y aprovechar la cuadrícula al milímetro. Separar las dos filas con la toalla resulta mano de santo: actúa como “pared” y estabiliza el conjunto. Así, si algo se mancha, basta cambiar una pieza sin deshacer todo el puzzle.
En la otra mitad reina la lógica del tamaño: neceser primero (dividido en minitallas para piel, sol y pelo, cada bolsa de un color), después el calzado. Zamora recomienda calzas de quirófano, baratas y finas, para enfundar cada zapato por separado. Los bolsos siguen la misma norma: el grande, casual y playero, se lleva como equipaje de mano; el pequeño de noche reposa plano al fondo. Pendientes y cadenas viajan en cajitas diminutas, todas juntas en una misma cuadrícula para que no se líen.
¿Y la temida maleta de vuelta?
El regreso suele pillarnos con la energía bajo mínimos, pero el doblador vuelve a ser tu amigo. Zamora aconseja dedicar un lado entero a la ropa sucia, siempre en vertical y con la ropa interior dentro de una bolsa separada (tan indispensable como el cepillo de dientes, dice). Así se mantiene la división: izquierda, usado; derecha, limpio. Con ese orden, deshacer la maleta en casa resulta casi tan rápido como pedir una pizza.
Planifica los conjuntos antes de tocar el armario, elimina el “por si acaso” y coloca cada categoría en un sitio fijo. De ahí que María Zamora repita que “No es magia, es orden”: cuando tu cabeza está despejada, tu maleta también lo está. Y cuanto más ligera llevas la carga, más disfrutas del viaje.
Por tanto, la próxima vez que te enfrentes a una maleta de cabina, recuerda: piensa, dobla, encaja… y vuela. Porque sí, seis días de playa y solo un bulto pequeño son perfectamente compatibles con ser la más cool del chiringuito.