La fibromialgia ya no es una desconocida para la Seguridad Social: cuando provoca dolores generalizados y limita el día a día del empleado, abre la puerta a una pensión de incapacidad permanente. Sin embargo, obtenerla no es automático. El solicitante debe acreditar su situación ante el Equipo de Valoración de Incapacidades (EVI) y demostrar, punto por punto, cómo la enfermedad le impide ejercer su profesión o cualquier otra actividad laboral.
Requisitos clave para que la Seguridad Social reconozca la incapacidad permanente por fibromialgia
Para convencer al tribunal médico, el trabajador tiene que probar la existencia de al menos 18 puntos gatillo y presentar un test FIQ desfavorable. ¿Lo sufre en silencio? Entonces, el cuadro de astenia generalizada, las crisis de dolor y la medicación crónica (a menudo agresiva) se convierten en el mejor respaldo documental. Además, si la fibromialgia se acompaña de fatiga crónica, lumbalgia o colon irritable, las probabilidades de éxito aumentan de forma notable.
Cuándo se concede la pensión total: atención a los empleos físicos y al grado II moderado
La incapacidad permanente total se dirige a quienes ya no pueden realizar su trabajo habitual, pero sí otro menos exigente. Es aquí donde la profesión pesa: los oficios de gran esfuerzo físico suelen obtener la prestación cuando la dolencia alcanza el Grado II, catalogado como moderado. ¿Trabajas sentado frente a un ordenador? También podrías lograrla si la fibromialgia viene “acompañada” de otras algias que intensifican el dolor diario. Estas son las principales patologías asociadas que refuerzan la solicitud:
- Fatiga crónica con brotes repetidos
- Lumbalgia persistente y resistente a tratamiento
- Depresión clínica diagnosticada
- Gonartrosis que limita la movilidad de rodillas
- Colon irritable con episodios continuos
Contar con alguno de estos diagnósticos, certificado por informes médicos recientes, suele inclinar la balanza a favor del trabajador, aunque cada caso se estudia de manera individual.
Fibromialgia de Grado III severo: el camino hacia la incapacidad permanente absoluta y el 100 %
Cuando la enfermedad escala al Grado III y aparece acompañada de patologías importantes (por ejemplo, lupus eritematoso o deterioro cognitivo), la Seguridad Social concede la incapacidad permanente absoluta. En esta situación, el beneficiario no puede compaginar ningún empleo remunerado y la pensión asciende al 100 % de la base reguladora. A continuación se resumen los grados y la prestación correspondiente:
Grado de la fibromialgia | Tipo de incapacidad reconocible | Porcentaje de la base reguladora | ¿Permite trabajar? |
---|---|---|---|
II (moderado) | Incapacidad permanente total | 55 % | Sí, en otra labor |
III (severo) | Incapacidad permanente absoluta | 100 % | No |
Como ves, la diferencia económica (y de futuro laboral) es considerable. De ahí que resulte crucial aportar informes detallados, historiales farmacológicos y, por supuesto, las pruebas de los temidos puntos gatillo.
Cómo presentar la solicitud y superar el tribunal médico
Primero, reúne todas las pruebas clínicas: informes de reumatología, resultados del test FIQ y justificantes de la medicación. Segundo, pide cita en la Seguridad Social y entrega la solicitud junto con la documentación. Posteriormente, el EVI evaluará tu caso; su dictamen técnico, aunque no vinculante, acostumbra a ser decisivo. ¿Un consejo? Acude con un listado claro de síntomas que explique cómo te afectan tanto en el trabajo como en tu vida cotidiana.
Los tribunales han respaldado a personas en circunstancias muy diversas. Una administrativa con fibromialgia severa y obesidad mórbida consiguió la incapacidad absoluta; otra trabajadora obtuvo incluso la gran invalidez al sumar deterioro cognitivo y amnesia a la enfermedad. Estos fallos refrendan que, con la evidencia adecuada, la prestación es alcanzable. Accede a nuestra sección de prestaciones para no perderte ninguna novedad en materia de pensiones y ayudas.