Un reciente estudio ha encendido las alarmas en el ámbito de la educación infantil: dos de cada tres guarderías en España han detectado retrasos en el desarrollo de los niños pequeños debido a una exposición excesiva a pantallas. Este hallazgo ha puesto de manifiesto la importancia de limitar el tiempo que los niños pasan frente a dispositivos electrónicos. Gracias a esto, se ha generado un debate sobre los efectos negativos que el uso desmedido de las pantallas puede tener en su desarrollo cognitivo, social y emocional. Los tiempos han cambiado, y los niños de hoy en día nacen con un móvil bajo el brazo, en vez de con un pan.
El impacto de las pantallas en el desarrollo infantil
Los expertos llevan años advirtiendo sobre los riesgos asociados al uso excesivo de pantallas en la infancia. La Associació Catalana de Llars d’Infants ha presentado este viernes los resultados de una encuesta difundida entre sus más de cien centros de educación infantil de primer ciclo, donde hay niños de 0 a 3 años. Este último estudio proporciona evidencias claras de las consecuencias negativas que este hábito puede tener en el desarrollo de los más pequeños.
Según los datos obtenidos, un alto porcentaje de guarderías ha observado un aumento de problemas en el lenguaje, como retrasos y alteraciones, en los niños que pasan demasiado tiempo frente a pantallas. Además, se han detectado dificultades para comer, problemas de aislamiento social y retrasos en el desarrollo psicomotor. Estos problemas se manifiestan en una amplia gama de habilidades, desde la comunicación y la interacción social hasta la motricidad fina y la capacidad de atención.
Existen varias razones por las que el uso excesivo de pantallas puede suponer un problema serio en el desarrollo de los más pequeños de la casa:
Problemas por el uso de las pantallas
- El tiempo que los niños pasan frente a las pantallas resta horas a las interacciones sociales. Estas son fundamentales para el desarrollo de habilidades como la empatía, la comunicación y la resolución de conflictos. Esto también afecta a los adolescentes, cuyo vida social se fundamenta con un ordenador.
- La exposición a la luz azul emitida por las pantallas puede interferir con los ritmos circadianos y dificultar el sueño, lo que a su vez afecta al desarrollo cognitivo y emocional. Por no hablar de los problemas futuros en la vista.
- El sedentarismo asociado al uso de pantallas puede contribuir al desarrollo de problemas de obesidad y a una disminución de la capacidad física.
- La gran cantidad de estímulos visuales y auditivos presentes en las pantallas puede sobrecargar el sistema nervioso de los niños y dificultar su capacidad de concentración y aprendizaje.
Nos hemos acostumbrado a que los más pequeños pasen el día frente a una pantalla, y en parte es responsabilidad de los padres, pero hay que atajar el problema de raíz. Hemos normalizado el uso desmedido de pantallas y ahí, todos tenemos nuestra cuota de culpa.
¿Qué podemos hacer para proteger el desarrollo de nuestros hijos?
Ante este preocupante panorama, es fundamental que padres, educadores y sociedad en general tomen medidas. Limitar el tiempo que los niños pasan frente a pantallas y fomentar actividades más saludables, es vital. Los que peinamos canas sabemos lo que es crecer jugando en la calle, tirando de imaginación. Debemos ser los primeros que tienen que inculcar esa forma de aprender. Hay que quitar de la ecuación el miedo a que los niños salgan a la calle, están sobreprotegidos. No quiere decir que se les prohíba ver la televisión, pero sí que hay que poner ciertos horarios para no frenar su desarrollo infantil.
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