Aunque parezca incoloro, un espejo común presenta una ligera tonalidad verdosa. Así lo muestran ensayos de óptica y observaciones cotidianas: cuando se ilumina con luz monocromática y cuando se repiten los reflejos entre dos superficies, el verde acaba imponiéndose. Ocurre en los espejos domésticos y en pruebas de laboratorio porque la capa metálica refleja mejor las longitudes de onda verdes (hasta alrededor del 95%) que las rojas y azules (por debajo del 90%), y porque el vidrio protector incorpora trazas de óxido de hierro que refuerzan ese matiz. La explicación está en cómo están construidos y en cómo reflejan la luz.
Cómo se construye y funciona un espejo
Más allá de un objeto cotidiano, los espejos con iluminación led son dispositivos diseñados para controlar y manipular la luz. Un espejo estándar combina tres elementos: un vidrio transparente que sirve de soporte y minimiza distorsiones ópticas, una capa reflectante de plata o aluminio con alta reflectividad y un recubrimiento protector en la parte posterior, normalmente una pintura que evita la oxidación y el desgaste del metal. La plata puede reflejar en torno al 95% de la luz visible, mientras que el aluminio se sitúa cerca del 85%. Este conjunto consigue una reflexión uniforme y estable.
La óptica lo explica con claridad. Los espejos producen reflexión especular: los rayos de luz rebotan de forma ordenada porque la superficie es extremadamente lisa, con irregularidades más pequeñas que la longitud de onda visible (aproximadamente entre 400 y 700 nanómetros). En una superficie rugosa hay reflexión difusa y la luz se dispersa en múltiples direcciones, lo que impide formar imágenes nítidas. En la capa metálica, los átomos absorben las ondas y re-emiten casi de inmediato en la misma dirección, dando lugar al reflejo.
El verdadero color de un espejo
La ilusión de neutralidad tiene su origen en el conjunto vidrio más metal. El vidrio es transparente y el metal reflectante se percibe como neutro, de modo que el ojo interpreta el sistema como si fuera sin color. Sin embargo, no refleja todas las longitudes de onda por igual. La luz blanca integra muchas frecuencias y el espejo común favorece levemente el verde, que se refleja mejor que el rojo y el azul. El resultado es un matiz verdoso muy tenue que suele pasar desapercibido en el uso diario.
En pruebas con luz monocromática se comprueba que la tendencia hacia el verde se mantiene incluso cuando se excluyen otros colores del espectro. Esa persistencia es la base para concluir que el color real de un espejo comercial no es neutro, sino ligeramente verde.
El efecto se hace evidente en los conocidos espejos infinitos. Al colocar dos espejos uno frente a otro, cada reflexión sucesiva amplifica pequeñas diferencias de absorción. Con cada rebote, el sistema va favoreciendo el verde, por lo que el tono se vuelve más visible a medida que la serie de reflejos se aleja. A esto se suma que el vidrio contiene pequeñas cantidades de óxido de hierro, otra fuente de ese matiz.
No todos los espejos son iguales. Los materiales y los recubrimientos determinan tanto el color aparente como la eficiencia de reflexión. Un espejo con aluminio tiende a un tono más frío y refleja menos que uno de plata. Los dieléctricos, habituales en telescopios y laboratorios, seleccionan bandas concretas de longitudes de onda, por lo que exhiben colores específicos según su diseño. Existen espejos de color para fines decorativos, y también recubrimientos dorado que realzan amarillos y rojos, creando una sensación cálida. En óptica avanzada, los recubrimientos multicapa se ajustan para reflejar rangos precisos del espectro con enorme control.








