¿Has pensado alguna vez que el hidalgo Alonso Quijano podría compartir cartel con un superhéroe de cómic? Quizá no sea lo primero que se te ocurra mientras hojeas una edición rústica de Don Quijote, pero en el Patio de Fúcares (Casa Palacio de Juan Jédler) todo es posible. El dibujante Ken Niimura y el filólogo Oriol Corcoll Arias han tejido allí un diálogo improbable entre los siglos XVI-XVII y la cultura pop más desatada. Su propuesta, integrada en el Festival de Almagro, viaja del acero toledano a la katana de Kill Bill, del misticismo de Santa Teresa al puzle infinito de Tetris y del honor de Lope al ingenio de 007. El resultado: un recorrido que demuestra que, cuatrocientos años después, seguimos soñando, amando y perdiendo la cabeza casi del mismo modo.
¿Por qué mezclar los clásicos del Siglo de Oro con iconos pop?
Niimura y Corcoll arrancan con una pregunta sencilla: “¿Qué te viene a la mente cuando oyes ‘Siglo de Oro’?”. Para muchos, la respuesta automática es Don Quijote de la Mancha. Ellos aceptan el tópico solo para dinamitarlo después: si el caballero andante se rebelaba contra los molinos-gigantes, ¿por qué no emparejarlo con el justiciero de viñetas Kick-Ass? Ambos se lanzan contra la corrupción, aunque el casco medieval se cambie por un traje de neopreno verde.
De ahí en adelante, el dúo comisarial demuestra que celos, venganza, libertad o locura no tienen fecha de caducidad. ¿El truco? Colocar el folio antiguo junto a la pantalla de cine y dejar que el espectador compruebe por sí mismo cuánto se parecen nuestros dilemas a los de 1625. Tras una breve bienvenida, los comisarios despliegan emparejamientos que, sobre el papel, suenan a dislate… y, sin embargo, encajan como un guante.
Obra del Siglo de Oro | Referente pop actual |
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Don Quijote de la Mancha | Kick-Ass |
La vida es sueño | Matrix |
Fuenteovejuna | Astérix |
El burlador de Sevilla | James Bond |
La serrana de la Vera | Kill Bill |
Diablo cojuelo | Gran hermano / 1984 |
Novelas amorosas y ejemplares | Mujercitas |
Fábula de Polifemo y Galatea | El jorobado de Notre Dame |
Niimura ilustra cada pareja con trazos ágiles, mientras Corcoll aporta la lupa filológica que conecta tramas, personajes y arquetipos. El visitante salta así del “¿qué es la vida?” calderoniano al “¿pastilla roja o azul?” de los Wachowski sin marearse: total, la pregunta existencial es la misma.
Cómo Niimura y Corcoll explican el viaje temporal
Para los autores, el Siglo de Oro fue “un pico creativo” con Cervantes, Lope, Velázquez o El Greco firmando páginas y lienzos que todavía resuenan. Ellos reivindican ese legado sin vitrinas polvorientas: basta colocar a Calderón junto a Neo para recordar que la realidad se pone en duda desde hace siglos, o enfrentar a Vélez de Guevara con la cámara de Gran hermano para comprobar que el control total del individuo no es invento de la era digital.
Además, sostienen que la contemplación (ya sea de un verso místico o de un puzle de fichas) puede llevar al mismo estado de “nirvana”. Santa Teresa lo llamaba éxtasis; los gamers, “flujo”. Cambia el envoltorio, permanece la sensación.