Vender un vehículo tras trucar su kilometraje puede suponer hasta seis años de prisión y elevadas multas para particulares y empresas, según el Código Penal. Manipular el cuentakilómetros de un coche y cerrar su venta no es una simple picaresca: encaja en el delito de estafa tipificado en el artículo 248 del Código Penal, que protege al comprador frente a engaños que le induzcan a pagar más de lo debido.
Los tres elementos que configuran el delito de estafa por cuentakilómetros falseado
La clave reside en que el kilometraje constituye un dato esencial para el precio de un vehículo usado. Trucarlo persigue un ánimo de lucro, se materializa mediante un engaño bastante y provoca que el comprador realice un acto de disposición que le perjudica: pagar un precio superior o adquirir un coche que quizá no compraría de conocer su uso real.
Aunque la mera alteración técnica del dispositivo no es punible por sí misma, la responsabilidad penal aflora cuando se acredita la venta posterior. Basta con probar que el vendedor conocía la manipulación y se benefició económicamente de ella para que concurran los requisitos del artículo 248.
Una vez demostrada la estafa, la pena base oscila entre seis meses y tres años de prisión, o multa de uno a tres meses si lo defraudado no rebasa 400 euros. Si concurren las circunstancias agravadas del artículo 250 (como el abuso de relación personal) la horquilla se eleva a entre uno y seis años de cárcel y multa de seis a doce meses.
El legislador extiende la responsabilidad a las empresas. Si el autor es una sociedad dedicada a la compraventa, el artículo 251 bis prevé multas de hasta cinco veces el beneficio ilícito e incluso la disolución de la persona jurídica, la clausura de locales o la prohibición de operar hasta quince años, aplicándose las reglas del 66 bis.
Las consecuencias económicas y reputacionales para el sector de la venta de vehículos
Estas sanciones trascienden al caso concreto y actúan como potente elemento disuasorio en el mercado de segunda mano. Por este motivo, la sentencia refuerza la confianza de los consumidores y obliga a los vendedores a extremar los controles sobre el kilometraje real de cada automóvil.
Dado lo anterior, cualquier intento de maquillar los kilómetros puede salir muy caro: al riesgo de prisión se suma el de cuantiosas multas e inhabilitaciones que pueden poner fin a la actividad empresarial. El mensaje es claro y directo: la alteración del cuentakilómetros seguida de venta constituye estafa y los tribunales están preparados para sancionarla con todo el peso de la ley. Accede a nuestra sección de motor para conocer otras noticias de interés.