Te sientas con tus amigos a comer un bocata de calamares y alguien suelta (medio en broma, medio en serio) que la Plaza de Toros de Las Ventas se ha quedado “más vieja que el VHS”. Y, claro, empiezan las especulaciones: que si necesita una mano de pintura, que si sería un puntazo tomarse unas tapas allí dentro, que si los conciertos estaban mejor cuando los dinosaurios campaban a sus anchas… Pues bien, la charla de bar se va a convertir en realidad: la Comunidad de Madrid ha puesto sobre la mesa más de 40 millones de euros para modernizar el coso desde 2026. Hablamos de una reforma a fondo que llega justo antes de que Las Ventas cumpla 100 años en 2031. Y sí, entre obras, andamios y planos se cuela un proyecto jugoso: un restaurante fijo dentro del recinto.
¿Qué va a cambiar exactamente en Las Ventas a partir de 2026?
La obra no será un simple “lavado de cara”. Los arquitectos planean meter mano a cada rincón (del graderío a la pajera de caballerizas) para que los casi 25.000 espectadores tengan un recinto seguro, accesible y con todas las bendiciones de Patrimonio. En lenguaje llano: menos grietas, más rampas y cero sustos con la estructura. A continuación verás los datos clave para que no se te escape nada:
- Presupuesto comprometido: 40.000.000 euros (IVA incluido, para que no nos llevemos sorpresas).
- Inicio previsto de las obras: enero de 2026.
- Duración estimada: 5 años, si la burocracia no decide alargar la fiesta.
- Aforo actual que se mantiene: 24.865 asientos, ni uno más, ni uno menos.
- Ubicación del futuro restaurante: entre los tendidos 7 y 8, pegado a la Puerta Grande.
Eso sí: durante los trabajos se actuará “por fases”, de modo que la temporada taurina (y las visitas turísticas) no desaparezcan del todo. Habrá andamios, sí, pero también corridas y visitas guiadas… con casco.
¿Habrá restaurante fijo… y algo más para el paladar?
Olvídate de la típica barra improvisada con bocadillos resecos. El plan es instalar un restaurante permanente que funcione dentro y fuera de la temporada taurina. ¿Por qué? Porque abrir la plaza a nuevos públicos es la mejor forma de que siga viva cuando llegue el siglo II de vida. La Comunidad de Madrid quiere replicar el modelo del Santiago Bernabéu o del Metropolitano: comer dentro del monumento se convierte en experiencia turística redonda.
Ahora bien, no esperes un menú de boda barata. La idea es ofrecer gastronomía castiza con un toque moderno: oreja a la plancha que se tutea con ceviches, vermú de grifo y algún guiño internacional. Habrá que ver cuánto cuesta la broma, pero (seamos claros) un plato de callos sabe mejor si lo comes donde han hecho historia Manolete o José Tomás.
¿Volverán los grandes conciertos al coso?
Esta es la pregunta del millón… y la respuesta corta es “de momento, no”. El Gobierno regional prioriza la seguridad del edificio y su función principal, la taurina. Por eso, cualquier macroconcierto quedaría limitado a aforos pequeños, siempre fuera de la temporada de toros y sin poner en riesgo la estructura. En castellano llano: adiós a los espectáculos con 50.000 personas saltando a la vez, hola a bolos más íntimos (siempre que cuadren fechas y decibelios).
Ahora, tampoco hay que descartar que, una vez consolidada la reforma, se vuelva a estudiar algún evento musical controlado. Pero, los Rolling Stones tendrán que esperar turno, si es que siguen de gira cuando acaben las obras.