Donald Trump tiene en jaque a medio mundo desde que en enero de 2025 retomase la presidencia de los Estados Unidos tras ganar las elecciones en noviembre de 2024. El presidente del país americano ha regresado al poder con políticas económicas y sociales más agresivas que durante su anterior legislatura. Uno de los aspectos más preocupantes está siendo su posición con respecto a los aranceles de productos de otros países.
El carbón como fuente energética en Estados Unidos
Trump ha anunciado recientemente su clara intención de reimpulsar la industria del carbón como fuente energética clave en Estados Unidos y en su comercio interior. El presidente ya ha firmado varios acuerdos para seguir adelante con esta política, por lo que han saltado las alarmas en otros continentes y países. Desde Europa existe una preocupación por los posibles efectos económicos y por el impacto medioambiental que esto podría generar de hacerse realidad. Por su parte, China ya ha interpuesto nuevas barreras arancelarias, añadiendo tensión al conflicto.
A principios de abril, Donald Trump presentó cuatro órdenes ejecutivas para fomentar e incrementar el uso del carbón como fuente energética en su país. Además del impacto económico que generaría esta política, desde Europa existe una preocupación por la contaminación que esto podría producir, pues esta energía es una de las más contaminantes que existen, contribuyendo de forma muy agresiva al calentamiento global. Esta es una promesa que el presidente de los Estados Unidos hizo durante el inicio de su primer mandato en 2017 y que parece determinado a realizarlo durante esta legislatura.
La mayoría de los países consideran un retroceso el volver a utilizar esta energía, pero Trump se ha propuesto desafiar todos los acuerdos internacionales sobre el medioambiente, ignorando en concreto el Acuerdo de París, el acuerdo internacional sobre el cambio climático más importante hasta la fecha y que fue firmado en 2015 por 193 países y la Unión Europea. A través de los decretos firmados por Trump se establecen varias directrices: se anulan las restricciones a la contaminación, se eliminan los incentivos a las renovables y se prioriza el uso del carbón como fuente energética principal en sustitución de las importaciones de petróleo o gas natural.
La respuesta de China: eleva aún más lo aranceles
El país asiático ya ha respondido ante esta nueva política energética de Estados Unidos y lo ha hecho de forma contundente: subirá aún más los impuestos arancelarios a los productos estadounidenses. Según el portal de Papernest, China ha incrementado los aranceles hasta un 125% sobre algunas mercancías. Esta estrategia es un nuevo gesto de reafirmación de la potencia china como líder en el mercado mundial de las energías y un intento de frenar la hegemonía comercial de Estados Unidos.
Aunque lejos de tratarse de un conflicto bilateral que solo afecte a estos dos países, la realidad es que esta guerra arancelaria impacta directamente sobre el consumo y el comercio de las energías a nivel global, así como el daño al medioambiente. Además, China ya está invirtiendo en energías renovables como la solar y la eólica, mientras que Trump apuesta por una vuelta autárquica sobre el uso de la industria del carbón como principal fuente energética del país.
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