Aunque comparten nombre y están íntimamente relacionados, fondo y plan de pensiones no son lo mismo. De hecho, según recoge el artículo 3 del Real Decreto 304/2004, modificado por el Real Decreto 439/2007, el fondo de pensiones es un patrimonio creado con el único fin de dar soporte financiero a los planes de pensiones. Es decir, es el vehículo que canaliza las aportaciones realizadas en los planes y las invierte siguiendo criterios definidos por la entidad gestora. Por tanto, no se puede contratar directamente: no es un producto dirigido al cliente final.
La confusión, sin embargo, es comprensible. El lenguaje cotidiano y el uso habitual en el sector financiero han contribuido a que muchos usen ambos términos como si fueran sinónimos. Pero no lo son. Y la diferencia, en términos jurídicos y económicos, es clave.
Qué es exactamente un fondo de pensiones
Para entenderlo mejor, conviene pensar en los fondos de pensiones como una especie de “caja común” en la que se integran uno o varios planes de pensiones. No tienen personalidad jurídica propia, por lo que dependen siempre de una entidad gestora que administre el patrimonio acumulado y de una entidad depositaria que lo custodie.
Una de sus particularidades más relevantes es que el fondo es independiente de las entidades que lo promueven o gestionan. Es decir, no responde por las deudas que puedan contraer dichas entidades. Esta característica aporta una capa adicional de protección al ahorro de los partícipes.
Además, un mismo fondo puede integrar varios planes de pensiones, aunque también puede destinarse exclusivamente a uno solo.
El plan de pensiones: un producto de ahorro a largo plazo
Muy distinto es el caso del plan de pensiones, que sí es un producto financiero como tal. Cualquier persona puede contratarlo, por ejemplo, a través de su banco o aseguradora. Su finalidad es clara: ahorrar a largo plazo para complementar la pensión pública. Las aportaciones pueden hacerse de forma periódica o puntual, y el capital acumulado puede rescatarse cuando se produce alguna de las contingencias previstas: jubilación, incapacidad, desempleo de larga duración o enfermedad grave.
Otra diferencia importante es que, a diferencia del fondo, el plan de pensiones sí establece una relación directa con el cliente, que es el partícipe. El plan define las condiciones de aportación, los derechos de los beneficiarios y el tipo de prestaciones que se recibirán en el futuro, ya sea en forma de capital único o de renta periódica.
En resumen: dos figuras complementarias, pero no intercambiables
La distinción es clara si se analiza con detalle: mientras que el fondo de pensiones actúa como soporte técnico-financiero, el plan de pensiones es el producto que los ciudadanos contratan para prepararse económicamente de cara a la jubilación. En palabras sencillas, el fondo invierte, el plan ahorra.
Y aunque uno no puede existir sin el otro, no se gestionan igual, no se contratan igual y no tienen el mismo tratamiento legal. Una diferencia sutil pero fundamental para no confundir conceptos a la hora de planificar el futuro financiero.
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