Durante siglos, la fiebre ha sido vista como un enemigo a combatir, un síntoma molesto de una enfermedad subyacente. Sin embargo, una reciente investigación científica ha revelado un hecho más que sorprendente. La fiebre puede ser un aliado fundamental en la lucha contra las infecciones. Un estudio centrado en un pez egipcio (la Tilapia del Nilo) ha arrojado luz sobre los beneficios evolutivos de este mecanismo de defensa que, hasta ahora, habíamos subestimado. La Tilapia se traslada a zonas con agua más caliente cuando enferma para imitar los efectos de la calentura que general los animales de sangre caliente.
¿Por qué es útil la fiebre según este estudio?
La revista PNAS publica el trabajo de un equipo de investigadores de la Universidad Normal del Este de China, en Shanghái, y del Centro para la Ciencia y la Tecnología Marina, en Qingdao. Este, utilizaba la tilapia del Nilo para comprender por qué la fiebre nos ayuda cuando sufrimos una infección. A través de experimentos, los científicos descubrieron que cuando estas tilapias son infectadas por bacterias, su temperatura corporal aumenta de forma similar a la fiebre que experimentamos los humanos. Este comportamiento, que se creía exclusivo de los animales de sangre caliente, ha cambiado el modo de ver la enfermedad y el sistema inmunológico.
Al analizar los mecanismos moleculares que subyacen a este fenómeno, los investigadores han identificado una serie de cambios en e, organismo del pez que favorecen la eliminación del patógeno. El aumento de la temperatura corporal activa una serie de genes implicados en la respuesta inmunitaria, lo que permite a las células del sistema inmunológico combatir la infección de manera más eficaz. Además, la fiebre también puede inhibir el crecimiento de algunas bacterias, creando un ambiente hostil para su supervivencia.
Como diría Antonio Recio, “es un mecanismo de defensa ancestral”. El descubrimiento de la fiebre en un pez de sangre fría tiene importantes implicaciones para nuestra comprensión de la evolución del sistema inmunológico. Los resultados de este estudio sugieren que la fiebre es un mecanismo de defensa muy antiguo, que se desarrolló mucho antes de la aparición de los mamíferos. De hecho, se estima que este surgió hace unos 150 millones de años. Este hallazgo cambia la idea de que la fiebre es simplemente un efecto secundario de la infección. Por el contrario, parece ser una respuesta adaptativa que ha evolucionado a lo largo de millones de años para proteger a los organismos de las infecciones.
¿Qué preguntas nos deja este estudio?
Los resultados de esta investigación abren nuevas vías para el desarrollo de tratamientos más efectivos contra las infecciones. Además, este estudio también plantea interrogantes sobre la práctica médica actual. Durante muchos años, se ha recomendado el uso de antipiréticos para reducir la fiebre en los pacientes. Sin embargo, los resultados de esta investigación sugieren que la fiebre podría desempeñar un papel importante en la recuperación de las infecciones. Es posible que, en algunos casos, reducir la fiebre con medicamentos pueda interferir con el proceso de curación.
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