Todo lo que sabíamos sobre las restricciones a los coches diésel ha saltado por los aires. La normativa europea sobre emisiones de CO₂ en el sector del automóvil ha experimentado una transformación constante en los últimos años. La prohibición total de los vehículos de combustión interna, inicialmente prevista para 2035, ha generado un debate más que movidito entre fabricantes, gobiernos y organizaciones ecologistas. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. La evolución tecnológica y las presiones del mercado han llevado a un escenario donde la coexistencia de diferentes tecnologías y combustibles parece cada vez más probable.
La petición de la ACEA respecto a los coches diésel
La Asociación de los Constructores Europeos de Automóviles (ACEA) ha sido una de las principales voces que han abogado por una revisión de la normativa de 2025 y flexibilizar la prohibición a los coches diésel. Según esta, los objetivos establecidos son demasiado ambiciosos y podrían poner en riesgo la competitividad de la industria automovilística europea. También peligra la creación de empleo, lo que es más que preocupante. La petición de la ACEA se basa en los siguientes argumentos:
- Alcanzar los objetivos de reducción de emisiones establecidos para 2025 requeriría inversiones masivas en investigación y desarrollo. También serían necesarios cambios profundos en las cadenas de suministro.
- La transición hacia una movilidad eléctrica podría tener un impacto negativo en la economía europea, especialmente en regiones donde la industria automovilística es un motor de crecimiento (véase Alemania).
- La ACEA defiende la necesidad de explorar diferentes tecnologías, como los combustibles sintéticos y el hidrógeno, además de la electrificación, para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones.
La Comisión Europea, ante estas presiones, se encuentra en una encrucijada. Por un lado, existe la necesidad de cumplir con los compromisos adquiridos en el marco del Acuerdo de París y de acelerar la transición hacia una movilidad sostenible. Por otro lado, es necesario tener en cuenta las dificultades de la industria y garantizar una transición justa. La resolución de esta problemática no parece fácil, ni cosa de “dos días”. Se están estudiando diferentes opciones, como la posibilidad de flexibilizar los objetivos de 2025, ampliar el plazo para alcanzar la neutralidad climática o establecer mecanismos de compensación para los fabricantes que inviertan en tecnologías limpias. Lo que queda claro es que, los coches diésel seguirán en los noticiarios.
¿A qué se dedica la ACEA?
Lo primero que hay que saber de esta asociación es, ¿quién pertenece a ella? Está formada por dieciséis miembros (BMW Group, DAF Trucks, Daimler, FIAT, Ford of Europe, General Motors Europe, Jaguar, Land Rover, MAN, Truck & Bus, Porsche, PSA Peugeot Citroën, Renault Group, Scania, Toyota Motor Europe, Volkswagen Group y Volvo Cars). Se fundó en 1991, como sucesora del comité de fabricantes CCMC. Se trata de la abreviatura de Association de Constructeurs Européens d’Automobiles o en español “Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles”. Su principal función es defender el sector automovilístico, en este caso a los coches diésel.
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